Y tendré que nombrarte para
vestirte…
Raquel Viejobueno.
Nombrarte entre los cerezos y las
líneas divisorias del viento, nombrarte sobre el espesor de una mañana, entre
los susurros del trébol y la luz invisible, nombrarte más allá del nombre con
sus adjetivos comunes y sus epítetos que callan entre la vergüenza y las ganas,
eso, todo eso, no tiene nombre, sólo poder.
Nombrarte en la palabra que
desdibuja la silueta transfigurada entre olores de café y melancolías desnudas,
y sin nombrarte, solo cayendo desde el vacío de la lluvia y la ausencia de los
pliegues detenidos, me he vuelto loca de recordarte, y no logro nombrarte para
no dañar la cima de tu cordillera, ni las rocas que tatúan tu nitidez…
Y es el silencio consumido en un
grito quien me dice que debo hacerte nacer de mi boca, cincelando tu nombre
para nunca perderlo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentaro está pendiente de revisión. Muchas gracias por su intervención.