martes, 12 de mayo de 2015

Y tendré que nombrarte para vestirte...


Y tendré que nombrarte para vestirte…

Raquel Viejobueno.

 

Nombrarte entre los cerezos y las líneas divisorias del viento, nombrarte sobre el espesor de una mañana, entre los susurros del trébol y la luz invisible, nombrarte más allá del nombre con sus adjetivos comunes y sus epítetos que callan entre la vergüenza y las ganas, eso, todo eso, no tiene nombre, sólo poder.

Nombrarte en la palabra que desdibuja la silueta transfigurada entre olores de café y melancolías desnudas, y sin nombrarte, solo cayendo desde el vacío de la lluvia y la ausencia de los pliegues detenidos, me he vuelto loca de recordarte, y no logro nombrarte para no dañar la cima de tu cordillera, ni las rocas que tatúan tu nitidez…

Y es el silencio consumido en un grito quien me dice que debo hacerte nacer de mi boca, cincelando tu nombre para nunca perderlo…

 

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