sábado, 17 de agosto de 2013

Lapsus


 
No se puede anunciar lo que nunca se nombró,
quedan los papeles consumidos
en aquella retina deslumbrada.
Tengo que decir que llevo entre mis extremos
al tormento ignorante.

Es la noche un sigilo de nubes,
un monumento de estaciones perdidas, 
 sentimiento que arma la conciencia
y me obliga a estallar entre clausuras y piedras.

Sí,
 tengo y no tengo entre la savia de mi tronco
aquel tulipán que se niega a crecer, y expandirse.
Estoy carente de todo, la miseria llena los conductos, y continuo,
siempre hay algo que te obliga a florecer.

Prosigo en un estado que no se pude decir, ni escribir.
Es el folio quien me adopta, quien hace de mí un recién nacido.
Y  empieza el momento del parto doloroso,
y nadie limpia las lágrimas heladas, ni rasgan la piel marchita.

Todo se derrite, y el llanto es un cascabel mojado de historia pasadas.
No, no tengo ganas de explicar cuando debo morir.
La muerte es un bálsamo que conjuga mis despertares,
calma entre el soñar y la decadencia del día.

He de admitir que tengo miedo de naufragar con este barco,
repleto de gritos sordos y silencios menguados.
Tengo que decir que nada es perfecto, y lloro…
Lloro entre la letanía de mis sueños

¿Dónde está aquel que me prometió volver?
Dioses disfrazados de acero, dinero envenenado,
ceras que acogen a cuerpos vagabundos.
Y prosigo por el escaparate de mi misma,
 y, y..

Soy un gorrión esperando un mendrugo de pan,
donde las orillas pelean por una misma playa.
Debo decir, y vuelvo a decir, que…
no tengo palabra y aun así, parezco un canto que no cesa.

Es el mundo un sinfín de mentiras, y vanidades,
un nido de escarabajos que duermen a la deriva.
Soy un espantapájaros comido por el sol que nace
y muere en el mismo día.

No debo, no puedo decir,
y sin embargo, digo y me lamento.
Es un lapsus de ira, de pena, de congoja,
es un momento de vida…

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