viernes, 3 de mayo de 2013

El Universo femenino


No debemos dotar a la literatura de género, pero sí expresar en ella todo lo vivido. Pareciera que las experiencias de los autores pueden ser vestidos para calmar el frío del invierno, o agua para mitigar la sed del arduo verano. Lo cierto, es que el escritor, sea hombre o mujer, debe tener una crítica y criterio para dejar lo que va viviendo a través de los años. Es así, como camina la literatura y otras artes, en un constante movimiento social, como si fueran mareas, que tapan las orillas de uno mismo.

Las mujeres a lo largo de la historia, han sido expuestas a cargar con un papel, que no correspondía en todos los ámbitos de la vida social del ser humano, llevándola, casi siempre a un segundo plano. Desde esa posición tan injustificada, como irracional, las escritoras y poetas, se ven obligadas a crear, lo que en literatura se denomina “Universos femeninos”, que no dejan de ser otra cosa que espacios oníricos, o simbólicos por donde sus inquietudes pasean desnudas, no sólo en un plano personal, sino, social, político, artístico y económico. Desde la historia de la humanidad se la ha visto reclinada  a favor de  un hombre dominante, donde las propias leyes, lo único que hacían eran enterrarlas un poco más en esos Universos, que los escogía como única puerta de salida.

Existen muchas mujeres escritoras, poetas, ensayista, artistas en todos los ámbitos, a lo largo de la historia, que nos han dejado sus críticas a sus mundos reales. Las experiencias de las jaulas donde mentalmente las encerraban para luego morir en el anonimato de los que mandaban por ley divina, y terrenal.

Los Universos femeninos son, todos ellos, bellísimos, no sólo en su contenido sino en su profundidad hacia el deseo de escapar de un canon confundido y erróneo.

Nos llevaría mucho tiempo ir enumerando una a una, siglo por siglo, aquellas mujeres que han dejado su vida, o han creado una nueva vida paralela a la realidad, para comprometerse con su tiempo y el futuro, enseñándonos su día a día asfixiante y cargante de compromisos absurdos, que en muchos casos, las llevaban a permanecer y vivir en una fosa, peor que la muerte.

Estamos obligados a mencionar y recordar a  Virginia Wolf,  fabulosa escritora. Una de sus novelas que expresan a la perfección este Universo femenino es  “Una habitación propia” o también se la puede encontrar con el título “Un cuarto propio”. En esta maravillosa novela la autora despliega todas sus armas, para intentar entender y que entiendan las inquietudes femeninas, lo hace con criterio y crítica y con una verdadera sabiduría personal y narrativa.

Pero tampoco debemos pasar de largo, a una maravillosa escritora española, nuestro último Premio Cervantes femenino. Ana María Matute con su novela “La torre vigía”, donde los aspectos simbólicos son frecuentes, y es cierto que esta obra se podría definir como una novela de aprendizaje, donde es el narrador anónimo, el que refuerza el carácter ejemplar de la fábula, donde el autor se volverá a encontrar con los temas acostumbrados por la autora; el tiempo y sus estragos, la memoria, el odio y el amor, etc.

Así podríamos estar durante días, citando a estupendas autoras que han dejado su obra como legado de un mundo que está obsesionado con diferenciar la vida entre lo masculino y lo femenino, sin parar a pesar en la fantástica simbiosis que sería pertenecer todos a un mismo cuadro.

Como siempre la literatura nos deja sin palabras, y nos aporta una estupenda perspectiva, y realidad de nuestro tiempo y tiempos pasados.

 

Raquel Viejobueno

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