Un leve roce del
piano callado, un diminuto momento de las ansiosas teclas por desvanecerse, han
hecho que robe un segundo de miles de años para volver a componer mi música. La
retenida gota que oxidó las cuerdas, ciega al ojo vago que todo lo mira.
Prosigo mi huida con
la danza sin partitura, y es que tras este silencio de dedos encallados por
componer, los violines han quedado presos del miedo.
Todavía existen
orquestas que tocan en el seco océano, aún debe haber una mano que haga sonar el
timbal de la mudez…
Raquel Viejobueno.
Hermosa prosa poética Raquel, interesantes metáforas. Te felicito estimada amiga y deseo que estés muy bien y devuelta con las letras. Cariños de Marianela.
ResponderEliminarGracias Marianela,por tus palabras. Poco a poco, pero sin detenerme, que es lo importante. Abrazos.
EliminarAcabo de conocer este blog, la prosa poética me encanta, dice mucho en un fluir suave. A veces la música tiene sus silencios para proseguir con más fuerza, desterrando el miedo y conociendo los riesgos. ¡Ah que bueno tenerte otra vez escribiendo a nuestra vista!
ResponderEliminarMuchas gracias María por tus palabras y deseos. Te envío un fuerte abrazo.
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