Indivisible, vencible e invisible.
Da igual cuántas veces
maquille mi rostro, o ponga sombras a mis miles de miradas. Es indiferente como
escape de noche o como el día llore insomnios y locuras. No puedo dividir los
tiempos que agonizan, y me han vencido las máscaras de ironías y silencios. Soy
invisible, aún con un perfil sepia, allí, se pegan los gritos al hueco. Cuan
pequeña es mi sombra, distorsionada, hecha de piedra y cal, que aun siendo de
roca, es polvo para aquel mudo de vista.
Invisible, como una
ortografía mal compuesta a los ojos del que no sabe leer.
Raquel Viejobueno
Hay miradas que tiemblan en el desvelo de una noche al igual que un río que corre hacia su muerte es incapaz de contemplar su propia danza. Leer entre líneas y pasiones no es dado a todo aquel que posee unos ojos. Ser invisible es muchas veces un don que nos libra de las clemencias ¡que suerte Raquel poseerlo!
ResponderEliminarMe ha encantado tu prosa poética, una delicia leerte. Abrazos grandes.
Muchas gracias María por tus palabras, todo un lujo tenerte por aquí. Abrazos.
ResponderEliminarSeguí a Marianela Puebla, intrigada, para leerte. Me alegra haberlo hecho!
ResponderEliminarSaludos, Raquel.
Saludos Amanda, un placer tenerte entre nosotros.
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